No dejo de pensar en esto últimamente.
Porque de la idea de amor dulce, bueno, ideal, estupendo que tenemos en la cabeza, al... "amor" que algunas personas viven a veces hay mucha diferencia. Y porque hay quien llama "amor" a algo que no lo es, y se empeña en que lo sea, como si por repetírselo mil veces se fuera a convertir. "Quiéreme, quiéreme, quiéreme..." puedes repetirle mil veces... pero por repetirlo veces y veces, meses y meses, años, y años... ¿crees que lo conseguirás?
Últimamente me encuentro con muchas chicas "empachadas de amor". Las que me escriben e-mails, vienen a mi consulta o me encuentro en actividades de grupo... Tienen un punto en común:
Están empachadas pensando todo el día en él.
Empachadas preguntándose
¿Qué querrá él?
¿Qué tengo que hacer para gustarle?
¿Le habrá sentado mal lo que le he dicho?
¿Si no hago esto, dejará de quererme?
¿Por qué no me quiere?
¿Cómo consigo que me quiera?
¡Quiero que me quiera!
Él, él, él, Él. La espiral se centra en lo que quiere, lo que busca, lo que desea, lo que espera de ti, lo que le encaja bien y mal de ti, pero siempre piensas en él. Y mientras, no puedes dormir. Y estás en clase, pensando en él. Y estás trabajando, pensando en él. Y estás con tus amigas y tu mirada perdida se va a pensar en él. Y estás sola en tu cuarto y todo el tiempo lo dedicas... a pensar en él.
Y si tanto te preguntas lo que quiere él, de lo que no te das cuenta, lo que estás olvidando, lo que poco a poco y casi en silencio vas dejando atrás es que te respondas la siguiente pregunta.
¿Qué es lo que quieres tú?
Quizá no te lo hayas preguntado nunca. Quizá nunca te hayas hecho todas esas preguntas a ti misma. Quizá, de hecho, no sepas ni responderlas, ni sepas qué es lo que quieres en el fondo. Porque nunca jamás te lo hayas preguntado.
Eso, es un síntoma del "empacho de amor". Piensa si te pasaste con la dosis de ilusión y mariposas en el estómago y no estás viendo la realidad porque te ciegas. Mira a ver si te estás metiendo en una lucha sólo por la emoción de la lucha, y no estás escuchando lo que tu cuerpo te dice. Comprueba, al menos alguna vez, si esa relación o ese intento, te traen algo bueno, te da buenas sensaciones... o todo lo que te trae es la angustia de hacerte preguntas sobre él, él, él. Porque en una relación, él es importante. Pero tu también (Y eso a veces se te olvida)
Y cuando esa pregunta sobre "él" sea ¿Cómo consigo que cambie?...
Ay, amiga... No te engañes. Esa pregunta se la han hecho millones de personas "empachadas de amor" y nunca le encontraron solución. Las personas cambiamos cuando queremos cambiar. Solo cuando uno o una misma es la que quiere cambiar.
Tu amor no le cambiará si él no quiere, por mucho que subas a tope el nivel y le superquieras hasta casi quedarte tú sin aliento y a punto de vomitar.
Cambiará él ¡¡¡sólo si quiere él!!!
Así que si te has hecho esa pregunta alguna vez, plantéate hacerte alguna vez esta otra:
Y si él no quiere cambiar ... entonces ¿Qué quiero yo?
Porque el amor a veces trae cosas buenas y otras no tantas. Requiere esfuerzos, diálogo, comunicación y a veces perdón. Sí, no todo es color de rosa en el amor, por supuesto. Y tendrás que esforzarte a veces. Pero él también. Ese es el punto a recordar. Si te das cuenta de que este "amor" SÓLO te trae angustia, insomnio, intranquilidad, inseguridad, sólo te trae preguntas sobre lo que él quiere y te olvidas de lo que quieres tú, quizá te estás pasando con la dosis que le das. Quizás no quieres darte cuenta de que igual esa cosa... no puede salir adelante. Quizás te estás olvidando de que en la ecuación de tu pareja, también existes tú, y no te has parado ni a escuchar cómo te sientes.
Recuerda que todo, hasta lo más dulce, en dosis demasiado altas te puede intoxicar. Y que más vale buscar un amor que traiga alegría... que uno que traiga pena. Porque el amor que vale la pena es aquel que te hace feliz (a tí también, sí, ¡a tí también!). Píntate esta frase en un lugar para que no la olvides.