Esta Navidad me han regalado un cómic (Las Amigas, de Pacco y Petronile), en el cual encontré este "juego".
La problemática es que tu chico te ha abandonado y se ha largado, dejándote a su gato. Ante esto, tienes 4 opciones de respuesta.
- A: le pegas un par de tragos a la lejía
- B: Llamas a tu madre, que te dirá que es lógico que te haya dejado, visto que tienes un culo enorme
- C: Llamas a tu chico para suplicarle, le insultas y le dejas mensajes de los que te arrepentirás
- D: Llamas a tus amigas.
Y... a pesar de que la opción C pueda resultar tentadora, la mejor de las mejores sin duda siempre es y será ¡¡¡llamar a tus amigas!!!.
Las amigas, las buenas amigas, las amigas incondicionales... no te abandonan nunca. Da igual las manías que tengas o lo que te tengan que aguantar (también te tocará aguantar a tí lo suyo), las buenas amigas están en nuestras vidas siempre, sin faltar, para darnos un abrazo cuando hace falta, para animarnos cuando no dejamos de llorar, para sacarnos a la calle cuando nos queremos quedar encerradas, incluso para echarnos alguna pequeña bronquilla cuando algo de lo que hacemos nos está haciendo daño, y no lo vemos por nosotras mismas.
Y es que, a pesar de que a las mujeres se nos ha inculcado y educado para tener unas relaciones de competitividad con las otras mujeres, que especialmente aflora en la adolescencia
- (que si quieres ser más guapa que las demás, que si sientes envidia porque tu amiga tiene un novio que está buenísimo y tú te tienes que conformar con los posters de la habitación, que si esa tiene el culo gordo, o la otra está mucho más buena que tú y te corrrrrrroe la envidia, que si las chicas somos malas entre nosotras y ellos son mejores amigos, que si eres capaz de tirarla de los pelos con tal de que no se acerque a "tu chico"...)
... Cuando las chicas nos vamos haciendo más mayores (no creáis que tanto, que sigo siendo joven), algunas nos vamos dando cuenta de que todas esas rencillas y envidias no eran más que tonterías. Te vas dando cuenta de que ellos, los chicos, no se enfadan con facilidad por tonterías, o discuten por cosas como el fútbol y se les pasa con tomarse unas cervezas (aunque no generalicemos, todos no son así). A nosotras generalmente nos cuesta más perdonarnos, porque ponemos mucho de nosotras mismas en nuestras amistades, y las hacemos muy íntimas. Las chicas, las que somos amigas, compartimos cosas que nunca vamos a poder tener en otro sitio. Los secretos más inconfesables, la comprensión de quien te conoce, el apoyo incondicional y los sentimientos que compartes con tus amigas... no se comparten con nadie más.
Hace poco, una amiga me abrazó, con tanta fuerza y tanto cariño, que me acordé de todas las cosas que había compartido con ella desde que ambas éramos adolescentes. Cuántos momentos vividos, cuántos desencuentros también, cuántas cosas nos habíamos contado, incluso cosas que nadie más sabe, cuántas lágrimas compartidas, cuántas risas atronadoras. Me di cuenta de que la quiero... de una forma muy especial. Creo que nunca habría podido ser la misma persona sin mis amigos, pero sobre todo sin mis amigas, las que se fueron, pero dejaron algo en mi en su momento, y las que permanecen y permanecerán toda mi vida.
¿Tú te atreves a pensar cómo sería tu mundo sin amigas?
Mejor no lo pongas en práctica nunca y piensa en todo lo que has conseguido, descubierto, compartido y vivido, gracias a ese tipo de personas que se pueden llamar AMIGAS.
Para esta Navidad, y para todos los años de tu vida ¡pídete una amiga!
Ianire