El mundo se ha vuelto loco. Se ha vuelto virtual, sin
limites, se ha vuelto... extraño.
El mundo parece dar más importancia en esta época
tecnológica a aquellas aplicaciones que nos dicen con horas minutos y segundos
cómo nos encontramos. Conectada, no conectada, conectada hace dos segundos.
Poca información real sobre cómo me encuentro en realidad: animada, preparada,
cansada, hastiada, sola, acompañada,
nerviosa, relajada.
Hace tan sólo unos días pareció llegar una revolución. Pero
no una revolución social sino una revolución virtual. Whatsapp ahora marca, con
su doble check azul cuándo has leído un mensaje. Y el mundo da vueltas por
tremenda noticia.
Ahora se van a romper más parejas que nunca, dicen algunos,
ahora no podrás decir que estabas ocupada, dicen otros. Demostraciones de un
mundo en el que no se entienden los espacios, los tiempos propios, los "estoy
pero no puedo", los "no quiero", los "ahora no". Donde parece que no podemos
decidir, querer, elegir o priorizar, porque estar cerca de un aparatito móvil
nos ha de hacer disponibles siempre.
El mundo, amigas y amigos, no puede depender y tender siempre de un
mensajito, de una conexión con la red constante, de un no levantar la mirada de la pantalla para conectarnos sólo a través de ella. El mundo depende de las personas, de lo
que comunicamos frente a frente también, de lo que pensamos, de lo que
queremos, y de entender las situaciones, los momentos y los motivos.
Y yo en este mundo, me reafirmo en mi necesidad de espacio y
tiempo propio. Puedo tener mil razones para no contestar un mensaje, incluso
aunque lo haya leído.
Esta imagen fue publicada el 6 de noviembre en las redes sociales, que es el lugar en el que ahora sigo escribiendo mientras este blog duerme un poco. Ha alcanzado a 102.464 personas y ha sido compartida por 1.618. Vamos, que no soy la única que pide un poquito de hueco, de tiempo y de entendimiento para no contestar. Gracias por compartir y respetar :-)